21/01/2025
Cannabis y esquizofrenia: un nexo probado, que contradice la idea muy difundida de la inocuidad de esa droga
Fuente: telam
El daño neurológico que puede causar su compuesto más adictivo, el THC, es particularmente grave en adolescentes, porque el cerebro está en formación, y durante el embarazo, por la afectación al feto
>“El porro conseguilo de fuentes confiables”; “Aprendé más sobre los consumos”; “Anticipate para disfrutar como te gusta”; “Elegí un consumo cuidado”; “Analizá cuál va a ser tu límite”, etc. etc
Todas las consignas apuntan a una banalización del consumo. Una asociación de las drogas con el disfrute. Un divertimento inocente si se lo hace con “cuidado”.
Es llamativa, por no decir escandalosa, esta actitud de las autoridades que son clandestinas en materia de prevención de adicciones -en todos los niveles de la administración pública y en gestiones presentes y pasadas-, cuando la ciencia ya ha confirmado el vínculo que existe entre consumo de cannabis y ciertos trastornos mentales.
”El consumo de cannabis, particularmente en la adolescencia, y sobre todo de aquellas variedades con alto contenido de tetrahidrocannabinol (THC), ha sido identificado como un factor de riesgo significativo para el desarrollo de trastornos psicóticos, incluido el inicio temprano de la esquizofrenia”, dijo a Infobae el doctor Diego Sarasola, médico especialista en Neuropsiquiatría (MN 88266).Entre los factores del desarrollo, la edad es clave: “La exposición temprana a THC puede alterar los circuitos neuronales y aumentar la vulnerabilidad a trastornos psicóticos. El consumo temprano de cannabis durante la adolescencia afecta negativamente el desarrollo del cerebro, particularmente en áreas responsables de la cognición y la regulación emocional”.
Daniela Navarro es egresada de la carrera de Farmacia de la UBA. Reside en España desde hace 20 años, y allá se doctoró en Neurociencias por el Instituto de Neurociencias Miguel Hernández, de Alicante, la misma universidad donde en la actualidad enseña e investiga.“Las embarazadas están usando el cannabis para las náuseas y también para la ansiedad, incluso mientras dan el pecho -dice Navarro, en diálogo telefónico con Infobae-. Hay un fármaco, el dronabinol, aprobado hace casi 30 años por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los EEUU) para el tratamiento de la náusea y de los vómitos que contiene THC en dosis bien estudiadas. Pero en el cannabis la concentración es demasiado alta”.
El motivo, agregó, es que el THC “altera los genes, hay menor neuroplasticidad, es decir, menos conexiones entre neuronas”.
Cuando estuvo en el Congreso de Mar del Plata, muchos psiquiatras le comentaron acerca del gran aumento de casos de Trastorno de Déficit de Atención y de autismo, por padres consumidores. Sin embargo, no se asocia, al menos públicamente y con el suficiente énfasis, el consumo de cannabis a estos problemas. “Me sorprendió ver el grado de desinformación en Argentina. Se cree en la total inocuidad del cannabis; la cocaína hace mal, el cannabis, no”, dice Daniela Navarro. “En general, el consumo de marihuana se ha disparado muchísimo, entre otras cosas, porque hay una política muy permisiva justamente con el argumento de que es inocuo, de que consumirlo es una práctica ancestral, de que calma el dolor, etc.”Cita un estudio realizado en Suecia, sobre más de 50.000 personas que fueron seguidas durante décadas. “Se encontró que los consumidores frecuentes de cannabis tenían un riesgo cinco veces mayor de desarrollar esquizofrenia -dice-. Sobre todo, si tenían vulnerabilidad genética. Una probable explicación a esto sería la amplificación de vulnerabilidades neurobiológicas preexistentes, alterando circuitos cerebrales relacionados con la dopamina y otros sistemas neuromoduladores que ya serían disfuncionales en personas genéticamente susceptibles”.
En cuanto al tema de la falta de políticas de prevención, Sarasola tiene una mirada que va más allá de esta droga en particular, ya que considera que actualmente hay un enorme déficit en las campañas contra el consumo problemático y adicciones de cualquier tipo. “Enfrentamos -dice- una trivialización de los fenómenos de consumo que exceden con mucho al consumo específico de cannabis. No se puede analizar este fenómeno de banalización sin enmarcarlo en el problema del consumo de sustancias en general y de las adicciones como concepto global, sea a distintas sustancias o a conductas, como la adicción a internet, la ludopatía, etc. No podemos dejar de marcar que, en términos epidemiológicos, el mayor problema sociosanitario actual lo constituyen el consumo de tabaco y el alcohol. Pero esto no debe ser sostenido erróneamente a favor de la trivialización del consumo de cannabis, sino como un llamado a las autoridades a no desatender el rol del Estado en materia de salud pública y prevención en general”.Tanto Sarasola como Navarro coinciden en apuntar a la modificación genética de la planta de cannabis, que se ha venido realizando en las últimas décadas con el resultado de aumentar el porcentaje de THC en la droga. “Un fenómeno que sin duda ha contribuido a agravar el problema -dice Diego Sarasola- son los avances en la genética de semillas que permiten hoy, generar una concentración de THC significativamente superior a la que se encontraba en lo que se consumía hace décadas. Y a mayor concentración de THC, mayor potencia de los efectos psicoactivos, pero también, mayor incremento del riesgo”.
“El cannabis tiene más de 120 componentes -dice por su parte Daniela Navarro-. El más peligroso es el THC. Y la planta ha sido modificada genéticamente para aumentar el porcentaje de THC que es el componente adictivo y psicotomimético, es decir, que produce el trastorno psicótico y eventualmente la esquizofrenia”.Sin embargo, señala: “El problema con el cannabis medicinal es que hay que saber muy bien la procedencia, cómo se fabricó, etc. A veces se usan solventes para extraer el cannabidiol que son muy tóxicos”. Pone cuidado en aclarar que no se opone al uso medicinal: “Abogamos por el estudio de componentes puros del cannabis para el tratamiento de algunos trastornos”. Pero advierte: “Autocultivo y consumo libre son los problemas”.
También él señala que ya existen en el país “productos farmacéuticos derivados de cannabis aprobados por ANMAT, que mejoran la calidad de vida de miles de pacientes”.
Siguiendo con la necesidad de clarificación, Sarasola subraya la importancia de separar bien las cosas: “Así como son reales los argumentos que muestran la relación entre consumo crónico y fenómenos psicóticos, sobre todo en la adolescencia, también existe un gran cuerpo creciente de evidencia de datos a favor de los derivados del cannabis como herramienta terapéutica valiosa para algunas patologías como epilepsia refractaria, autismo y ciertos tipos de dolor, entre otros. Los prejuicios y sesgos, siempre pueden actuar en las dos vías, esto es, en negar el perjuicio del consumo crónico o en negar el beneficio de su uso terapéutico. Son dos mundos que deberían ser tratados de modo diferente, ya que de hecho son sustancias diferentes, aunque con un origen en común, la planta de cannabis”.“La planta actúa en nosotros porque tenemos receptores -dice Daniela Navarro-. Nosotros tenemos un sistema cannabinoide endógeno sobre el cual actúa el THC. No es indispensable tener predisposición para desarrollar esquizofrenia por consumo, porque el cannabis actúa a nivel del desarrollo cerebral. Y el cerebro humano se desarrolla hasta más allá de los 18 años. El trastorno psicótico que causa el THC va a depender de cuando empezó a consumir la persona y cuánto consume”. En síntesis, en su opinión, “el THC tanto lo causa como lo desencadena (el trastorno psicótico)”.
¿Qué hay de los síntomas y del tratamiento para estos casos de trastornos psiquiátricos en personas con adicción?“El cannabis use disorder no tiene mucho tratamiento. Se usan antagonistas del sistema cannabinoide pero faltan estudios y ensayos clínicos”, dice. E insiste: “El cannabis es una droga. Se puede demorar más en caer en la dependencia que en el caso de otras drogas. Pero es una droga”.
Un recurso que sólo agravará el cuadro, dice Sarasola. “El consumo de cannabis en pacientes psicóticos determinará peor evolución de los síntomas, incremento de recaídas e internaciones y mayor resistencia al tratamiento farmacológico. Estas consecuencias negativas se explican por distintas vías: entre estas, se encuentran el aumento en la dificultad de la implementación de los distintos dispositivos terapéuticos, la menor adherencia a los tratamientos – sean estos farmacológicos o no farmacológicos-, con el consecuente aumento de la tasa de recaídas.”
Los síntomas que deberían alertar de que una persona consumidora de cannabis está desarrollando algún trastorno mental psicótico no se diferencian de los que indican una posible enfermedad psiquiátrica en cualquier persona, dice Sarasola.El trabajo que realizó Daniela Navarro, junto a Ani Gasparyan, Francisco Navarrete y Jorge Manzanares, se titula En concreto, los grupos más expuestos son los adolescentes y las mujeres embarazadas -es decir, los niños que están gestando- y es a ellos que debería estar destinada la política de prevención, que todavía es una tarea pendiente. Y urgente.
Fuente: telam