10/10/2024
De “Star Wars” a “Demon Slayer”, la cultura pop se convierte al esoterismo de masas

Fuente: telam
Ciertas nociones ancestrales se reflejan en la producción artística contemporánea, en una curiosa fusión de espiritualidad y entretenimiento que transforma la fe en un producto global
>¿Qué papel juegan el prana, la energía vital del hinduismo, o el ki japonés dentro del universo narrativo de Star Wars, compuesto por películas, series y videojuegos de mundo abierto?
En su libro Apocalípticos e integrados, Umberto Eco introduce el concepto de cultura de masas. La define como aquella propia de una modernidad empeñada en mercantilizar las expresiones y manifestaciones artísticas y creativas de una humanidad cada vez más globalizada.
Así como la cultura se ha globalizado, también lo han hecho las religiones, tal y como lo explica Thomas A. Tweed en su obra Crossing and Dwelling: A Theory of Religion. Las creencias, ideas y prácticas religiosas cruzan fronteras y se desarraigan de los contextos culturales y geográficos donde surgieron.
Ya no es una excentricidad que un nipón rinda culto a los dioses odínicos. Tampoco que un español escuche a Bob Marley y abrace la fe rastafari. Las religiones se han vuelto ubicuas y ahora campan a sus anchas por internet. En la web está montado, en parte, el llamado mercado mundial de las religiones.Tanto el esoterismo de masas como la cultura de masas recrean, para consumo popular, narrativas en las que aparecen seres celestiales, demoniacos, elementales, divinidades, magos, brujas y hasta aliens.
Uno de los productos más acabado de este esoterismo de masas es, sin duda, la saga de ciencia ficción Star Wars, del guionista y cineasta George Lucas. Este western galáctico recrea la mítica confrontación entre los paladines del bien y la luz, los jedi, y los servidores del lado oscuro, los sith.Ambas facciones están entrenadas en el saber milenario del uso de “la fuerza”. Lucas, quien leyó bien a Joseph Campbell, en particular su obra, El héroe de las mil caras, retomó un concepto, ya traslocalizado, del taoísmo, el hinduismo y el budismo referente a una energía universal. Esta recibe nombres diversos (prana, chi, ki, entre otros) y representa la fuente de la existencia y el factor de unidad de las criaturas. Una referencia que conecta con el esoterismo de masas.El esoterismo de masas ha popularizado un sinfín de nociones, ideas y símbolos religiosos, mitológicos y hasta metafísicos que ya habían sido divulgados por su antecesora, la New Age. Pero a través del esoterismos de masas, este universo de ideas ha logrado llegar a un mayor público. Lo ha hecho casi de una manera subliminal porque dichas nociones, símbolos y creencias son difundidas en productos culturales que están hechos, no precisamente para adoctrinar, sino para entretener.Una de las culturas que más ha desarrollado este esoterismo de masas es la japonesa. Muchos de los hoy adultos jóvenes de la generación de la generación milenial aprendieron de dioses griegos con los Caballeros del Zodiaco. Los jóvenes centennial participaron en convenciones de cómics vestidos como los personajes de Naruto y practicaron, en su “performar”, complicados mudras para activar su chakra.El esoterismo de masas está sujeto a las leyes del mercado y no a los ideales misioneros de las religiones tradicionales. Véase como en su momento puso de moda lo “dark” con las adaptaciones al cine de los libros de Anne Rice, en especial Entrevista con el Vampiro.
En ese tenor, películas como Jóvenes y brujas (1996), en su momento, volvieron populares la literatura y la mercancía esotérica “wicca”. Muchas jóvenes querían ser iniciadas en la magia celta y ser parte de un aquelarre.Acaso nos espera una religión del mañana de transhumanos, posthumanos, aliens y dioses paganos. Muchos de ellos, sin duda, habitarán el metaverso que está por llegar.
Mientras no falten gamers que se adentran en los saberes ocultistas con videojuegos como Dark Soul o Elden Ring y persistan los fanáticos de los cómics en su afición a las historias de demonios y antihéroes como Spawn y Darkness, seguirá operante un imaginario religioso cada vez más globalizado y eventualmente menos teísta o apegado a los principios del histórico y tradicional monoteísmo.Solo el tiempo nos permitirá comprobar la hipótesis de que este esoterismo de masas se convierta en el germen de una nueva religiosidad. Pero el acto de creer está ya inevitablemente ligado al de consumir.
Este artículo fue publicado originalmente en
Fuente: telam