04/11/2025
Detectan la huella fósil de un parásito marino que afecta a las ostras desde hace 480 millones de años
Fuente: 1762306315
El hallazgo fue en Marruecos. Qué dijeron los científicos
>La persistencia de un parásito El equipo de investigación logró identificar en el interior y la superficie de estos sitios patrones distintivos que, lejos de ser simples marcas aleatorias, revelan la huella de un antiguo parásito que aún hoy afecta a ostras y mejillones.
El análisis de estos fósiles, pertenecientes a un pariente primitivo de las almejas modernas que habitó durante el Ordovícico, permitió a los científicos observar entre siete y ocho formas perfectas de signo de interrogación en cada concha.El proceso de descifrar el origen de estas huellas resultó complejo. Javier Ortega-Hernández, biólogo evolutivo de Harvard y curador del Museo de Zoología Comparada de la universidad, relató que el equipo tardó en comprender el significado de las marcas, que parecían desafiar a los investigadores con su peculiar forma. Según Ortega-Hernández, la clave surgió tras revisar literatura científica poco conocida, lo que finalmente condujo al hallazgo.
El contexto ecológico del Ordovícico, caracterizado por un aumento de la movilidad, la depredación y el parasitismo en los ecosistemas oceánicos, refuerza la importancia de este hallazgo. Nanglu destacó que este período fue testigo de una intensificación de las interacciones biológicas, y el parasitismo documentado en los fósiles representa una manifestación temprana de estas dinámicas.
Para descartar otras posibles explicaciones, los investigadores consideraron si las marcas podrían haber sido producidas por los propios moluscos o por otros organismos. Sin embargo, la comparación con imágenes de estudios sobre gusanos modernos resultó decisiva. Nanglu afirmó que una fotografía en particular mostraba exactamente la misma forma dentro de una concha, lo que constituyó una prueba concluyente. “Esa fue la prueba irrefutable”, dijo Nanglu.La utilización de microtomografía computarizada, una técnica similar a la tomografía médica pero mucho más precisa, permitió a los científicos observar el interior de las conchas y descubrir que existían más bivalvos parasitados ocultos en las capas de roca, apiladas como un pastel de varias capas. Nanglu reconoció que sin esta tecnología, estos detalles habrían permanecido invisibles. “Nunca hubiéramos visto esto sin el escáner”, declaró Nanglu.
El ciclo de vida del parásito también fue reconstruido a partir de las evidencias fósiles. El gusano comenzaba su existencia como larva, se asentaba en el caparazón del huésped en un momento y lugar específicos, y disolvía una pequeña área para anclarse. A medida que crecía, profundizaba en la concha, generando la característica figura de signo de interrogación. Según Nanglu, ningún otro animal conocido produce este patrón exacto. “Si no se trata de un espínido, entonces es algo que nunca hemos visto antes. Pero tendría que haber desarrollado el mismo comportamiento, en el mismo lugar y de la misma manera”, explicó.El yacimiento marroquí donde se hallaron los fósiles es célebre por preservar instantáneas de comportamientos animales extinguidos. Entre otros hallazgos, se han documentado animales sobre restos de criaturas similares a calamares, lo que proporciona pruebas únicas de antiguas interacciones entre especies. Nanglu valoró la excepcionalidad de estos registros: “Es una suerte encontrar algún registro de un animal de hace tanto tiempo. ¿Pero ver evidencia de la interacción entre dos animales? Eso es oro puro”.
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